Cartilla quincenal: cúspide
La capital
No solo ellos,
los animales salvajes,
temen un suelo
realmente plano;
hasta los perros gatean
en la cúspide de la meseta.
¿No has oído hablar del obloide? En la cúspide celeste de la capital las estrellas son farolas, luces demasiado bajas como para soñar. Quién, por un casual, se pierde en ellas, el camino que imagina no sale de la realidad.
Chus pide tierra
en la subida al Everest.
No por la nieve, sino por la espera,
se creía especial y no lo es.
Más foto y menos queja, sherpa.
Que se sepa,
ella subió la cúspide del Everest
ella, y otros cien.
Se llamaba Cúspide y fue la prueba viviente de que los nombres no son inocuos.
Cúspide era un epsilon. Ya sabéis, la casta más baja en el universo de la obra de Huxley Un mundo feliz. Son humanos diseñados genéticamente para ser mano de obra. Tienen la inteligencia justa para manejar la maquinaria de las fábricas y poder gastar dinero en entretenimiento. Pero al llamarse Cúspide, todos esperaban que fuera más allá.
Incluso él mismo.
En cambio, a su gemelo de probeta, Escoria, le fue mucho mejor que a él.